Transcurridos casi dos meses desde que se declaró el estado de alarma, los que estamos en las trincheras, nos hemos encontrado de todo, en el mundo de las ideas, para reinventarse cada día. Entre ellas, algunas dudosas, al menos a nuestro parecer. En concreto hablamos de todos los sellos de garantía «Covid Free» y similares, que nacen cada día, y que merecen todas nuestras dudas respecto a su finalidad. Si algo oímos todos los días, es la necesidad de ofrecer al consumidor final seguridad, salud e higiene, y honestamente no creo que esto lo dé una pegatina en la puerta del local. Hay un antes y un después, y lo que antes valía, es posible que ahora no sea de aplicación. Y es, que al cliente del Bar Pepe que acudía al aperitivo y a la tapa de croqueta, elaborada en una cocina de dudosa calidad higiénico sanitaria, por eso de «que lo que no mata engorda», ahora no le vale, porque hemos visto que hay un virus que mata. Nos lo han recordado y nos lo recuerdan todos los días los informativos, y al cliente de Bar Pepe ahora sí le importa dónde y cómo se hace esa croqueta.

¿Cómo se recupera el movimiento de clientes? observando esa seguridad. Los datos dicen que ha habido un aumento considerable de compra en la tienda de barrio, en esas pequeñas tiendas que tienden a un modelo de venta de producto gourmet, de proximidad, de origen conocido, que cuidan la imagen y el producto. No es por casualidad, es que el cliente, necesita  esa seguridad al comprar, y ahora, eso que es una exigencia legal, lo evalúa cada día cuando entra por la puerta.

Las industrias alimentarias, están haciendo esfuerzos titánicos para amoldarse a nuevos modelos de producción, reorganización de turnos, de procesos escalonados, de medias plantillas, etc….por eso creemos que ese esfuerzo hay que transmitirlo y los que mejor pueden mostrarlo son las propias empresas.Y esto aplica al que fabrica y al que vende. El cliente que está en esa tienda, con toda su protección, donde el dueño se ha preocupado de limpiar, desinfectar, disponer dosificadores de alcohol, colocarse guantes y mascarilla, aprender a sonreir con los ojos (aunque por dentro esté llorando), confiará si lo que ven les inspira esa seguridad, higiene y salud. 

Así, se nos ocurre que si la fábrica transmite ese esfuerzo al cliente final, será positivo. Si a la tienda llega un repartidor/ra, con sus medidas de higiene, seguridad, manteniendo la distancia y con un distintivo de su empresa, de que «estoy trabajando en ello», sin duda es un mensaje de que «te puedes fiar de mi» y ayuda al que fabrica el producto y al que lo vende. Puede ser un distintivo en su uniforme, con el logo de su empresa y un mensaje sencillo. Esto también nos sirve a los que nos movemos entre empresas, para que vean que estamos trabajando, y muy duro, en ello.

Y si empezamos a ver esos «autosellos» será bueno y querrá decir que alguien ha llegado hasta este artículo porque está formándose e informándose. 

 

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